Maras es un pequeño pueblo ubicado al oeste del Cusco, a 3300 metros sobre el nivel del mar, sobre una llanura que en el pasado fue una meseta donde se podían ver distintas montañas de nieve.
El pueblo se fundó en los tiempos coloniales por Pedro Ortiz de Orué, siendo ocupado cuando los ciudadanos de Cuzco se retiraron de los palacios incas, migrando hacia otros pueblos pequeños tales como son ahora Mara y Sebastián.
En el pasado Maras fue un pueblo muy importante, tanto así que fue declarada “Villa de San Francisco de Asís”, sin embargo, hoy en día es un pueblo aislado y carece de una vida moderna.
En la plaza principal del pueblo existe un monumento con un conjunto de estatuas representando a una pareja de campesinos y una mula, el pedestal de dicho monumento contiene imágenes de los tres principales atractivos turísticos de la comunidad: las ruinas de Moray, la iglesia colonial de San Francisco y las salineras de Maras.
Dentro del pueblo encontraremos el santuario de Tiobamba, una iglesia colonial hecha de adobe con arquitectura típica religiosa donde se pueden encontrar pinturas cuzqueñas que representan La Última Cena, a Jesús y a los apóstoles.
Como Maras es un pueblo sin muchos ingresos, hay instituciones y colegios como el San Silvestre que se encargan de restaurar la iglesia para que sea un mejor atractivo turístico y así este pueblo se pueda desarrollar.
A 7 km al oeste de la comunidad se encuentran las ruinas del centro de investigación agrícola incaico de Moray y hacia el noroeste de este pueblo se encuentran “las salineras de Maras” que son muy conocidas.
Se puede llegar allá a pie por un camino de herradura, o también se puede llegar en auto por una carretera afirmada.
Estas salineras son conocidas también como “minas de sal”, las forman unos 3000 pozos pequeños con un área aproximada de unos 5 m² cada uno.
En tiempos de sequía, éstas se llenan con agua salada que proviene de un manantial natural que se encuentra arriba de los pozos, cuando el agua se evapora, la sal se cristaliza y al alcanzar unos 10 cm de altura desde el piso, se retira y después se embolsa en costales de tela para ser enviada a los mercados de la región.
Esta sal, además del cloruro de sodio, es muy rica en minerales como calcio, hierro, magnesio, zinc y cobre.